El ámbito educativo ha estado sujeto a cambios considerables desde que surge la pandemia de COVID 19.

La comunidad educativa, ha tenido que adaptarse de forma recursiva para continuar con la labor de generar aprendizajes, este reto, al inicio, se vislumbraba muy grande, pero a más de un año de contingencia, maestros y alumnos vivimos una “Nueva Normalidad” que nos presenta panoramas diversos a los cuales hacemos frente, superando percances y afrontando las condiciones de adversidad.

A esto le llamamos resiliencia. Esta capacidad se desarrolla a través de situaciones de vida que nos enfrentan a dificultades, son pruebas a superar y lo más importante, se debe aprender de la experiencia.

En el entorno educativo, la resiliencia no solo mejora el aprendizaje, sino que, además, evita patologías y problemas psicológicos como la ansiedad, la baja autoestima o la falta de habilidades sociales.

Dice Michael Jordan: “Los obstáculos no tienen que detenerte. Si te encuentras con un muro, no te des la vuelta o te rindas. Averigua cómo escalarlo, atravesarlo o rodearlo”

Hoy en día, la educación ha rebasado esos obstáculos, contamos con mayores herramientas para enfrentar los desafíos que se nos presentan y lograr así, avanzar y lograr el objetivo: “Aprender a aprender''.

Si dentro de cada actividad, nos proponemos aprender de forma continua y ser conscientes de cómo adquirimos herramientas que nos ayuden a sumar conocimientos y que éstos a su vez nos inviten a superarnos como personas, todo habrá valido la pena.

Todos y cada uno de nosotros lo podemos lograr, hemos sido resilientes y esto nos hace formar parte de una generación de fortalezas con capacidad de seguir preparándose, actualizándose y avanzando.